La justicia se nos ha venido presentando como una colcha de retazos apuntalada con verdades a medias. Es la dura verdad de una historia mentirosa
Después de años de historia, juicios, sentencias, crímenes de lesa humanidad, prisión y sentencias a presuntos autores materiales e intelectuales, e interpretaciones erradas por parte de los organismos de inteligencia, la verdad comienza a mostrar un rostro diferente a la que habíamos apreciado.
El pasado 30 de septiembre, por medio de un audio de la presidenta de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) Patricia Linares, se dio a conocer que el antiguo secretariado de las Farc envió una carta en la que «ofrecen aportar la verdad, esclarecer los hechos ocurridos y asumir tempranamente la responsabilidad en homicidios».
El senador Julián Gallo, alias Carlos Lozada se atribuye, a nombre propio, la orden de matar a Álvaro Gómez Hurtado en respuesta a una determinación colectiva del Secretariado que el 22 de noviembre de 1995 cegó la vida del representante de la política nacional.
La dura verdad de una historia mentirosa
Este reconocimiento de la verdad debe ser evaluado por la JEP, que debe encargarse de estudiar las sanciones que se van a aplicar al senador Julián Gallo.
Por su parte, la Fiscalía General de la Nación deberá seguir la línea investigativa para que no haya ningún tipo de dudas sobre la autoría del delito cometido en contra de la democracia.
El acuerdo de Paz se firmó para que haya verdad, reconocimiento y reconciliación, y más allá de las confesiones sobre los magnicidios de Álvaro Gomez, Carlos Pizarro, el general Fernando Landazábal Reyes -exministro de Defensa- y el representante a la Cámara Pablo Emilio Guarín, debe acarrear la aplicación de una correcta y adecuada Justicia, tal como lo dicta la Ley Estatutaria.
Los responsables de estos actos dejarán de sentirse incólumes, inmaculadamente irresponsables de los males que sucedieron a su alrededor.
Y las instituciones entenderán que con su negligencia toleraron, consintieron y fomentaron una memoria falsa, que se arrastra a través del tiempo buscando la huella de lágrimas que siguen llorando la impunidad.
Esa es la dura verdad de una historia mentirosa…
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