Germán Castro Caycedo, el magistral periodista de la Colombia Amarga

Germán Castro Caycedo, el magistral periodista de la Colombia Amarga

Murió el periodista que mejor conoció la paz, el conflicto, la violencia, la mafia y las selvas de Colombia. Por fortuna, todo lo escribió

La primera obra de Germán Castro Caycedo que tuve en mis manos y que conservo en mi mente fue El Karina. Lo leí cuando apenas estudiaba en la academia de periodismo de Inpahu.

Una obra apasionante, en la que el autor comenzó un recorrido cercano, detallado, descriptivo y gráfico del Movimiento Guerrillero 19 de abril, el M-19.

Otras obras del escritor nacido en Zipaquirá también están dedicadas total o parcialmente a momentos coyunturales del grupo gerrillero nacionalista.

Así lo hizo en El Palacio sin máscara, en el que publicó los relatos de varios protagonistas sobre las desapariciones forzadas ocurridas luego de la toma del Palacio de Justicia en noviembre de 1.985.

Germán Castro Caycedo fue compañero de trabajo de Luís Carlos Galán en el Tiempo, se reunió, entrevistó y escribió un libro sobre Pablo Escobar, fue declarado mediador entre el M-19 y el Gobierno Nacional; sufrió el secuestró en carne propia cuando se lo llevó el M-19 para transmitirle un mensaje al presidente; afrontó la censura por parte del Estado, puso en conocimiento del país al jefe máximo de esta guerrilla, hasta entonces desconocido, Jaime Bateman Cayón; y se declaró aficionado, corresponsal y espectador recurrente de la tauromaquia.

Sus entrevistas publicadas en medios impresos y en sus propios libros, fueron no sólo reveladoras, sino auténticas joyas de rigor periodístico, y evidencias contundentes de su enorme influencia en la vida política y en la opinión pública nacional.

Muchas de sus obras, pero en particular tres de sus libros, que no son los más conocidos, son auténticas cátedras de historia magníficamente ilustrada de la Colombia contemporánea: «Objetivo 4», «Con las manos en alto», y «En Secreto», donde recopila sus célebres e impactantes entrevistas con Pablo Escobar, Jaime Bateman, Carlos Castaño y Jaime Arenas.

Germán Castro fue un investigador, un grandioso escritor, el mejor de los periodistas, un maestro de la crónica y sobre todo un reportero excepcional. Alguna escuela de periodismo, facultad de comunicación o alguna biblioteca debería llevar su nombre. Algún día.

Fue un periodista de calle, un contador de historias magistrales y un hombre que se recorrió el país entre ríos, veredas avionetas, por las enigmáticas entrañas de las selvas colombianas y sobre todo, por los testimonios, las versiones y los detalles de sus entrevistas y de sus conversaciones con los protagonistas de su «Colombia Amarga»

Y si en Zipaquirá se hicieron homenajes, rutas de turismo, museos, eventos, escritos y hasta condecoraciones repetidas por la muerte lamentable y triste de Gabo, a propósito de su paso por el municipio en las buenas épocas de la bonanza salinera, bien podría la ciudad y sus sabios dirigentes, o por lo menos alguno de sus iluminados, hacer una propuesta que reconozca la impronta de Germán Castro Caycedo para Colombia, tal vez tan importante, prolija e influyente como la de Gabo, su amigo, contertulio y también brillante hombre de letras, sólo que Germán más zipaquireño, y más periodista que el mismísimo Nobel de literatura.

Claro, Castro apenas nacía en Zipaquirá (1.940), cuando a la gris y encopetada ciudad de chimeneas y colegios, ya se asomaba la sabia pluma y la presencia trascendente de García Márquez

En la presentación de su libro titulado «Con las manos en alto» publicado por le editorial Planeta en 2001 Germán Castro escribió:

«Estoy seguro de que si nos lo permiten, y si algún día llegamos a tener al frente del país a una generación que conozca la dignidad, Colombia será capaz de dar sola el primer paso para construir su mañana»

Otra sentencia consignada en su magnífica producción periodística y que retrata su impresionante conocimiento del país, de su realidad, su geografía, de las relaciones del poder, el dinero, el conflicto armado, la violencia, la mafia, la política y la economía colombianas, la encontramos en «Objetivo 4»:

«Nuestra realidad es tan vital que supera cualquier esfuerzo por crear situaciones novelescas«

Por: Néstor Orlando Velandia Pinzón
Novelpín

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