VOX POPULI CUNDINAMARCA - julio 22, 2020.
Cuando el verbo MENTIR se conjuga con el poder
La desafección hacia la clase política se ha forjado en parte en la creencia de que todos los políticos mienten, y además, que lo hacen con impunidad y descaro total.
Frase circunstancialmente cierta. El engaño se infiltra en el tejido social como una alianza estratégica, y finaliza con discursos patrióticos que disfrazan la realidad y se ajustan a un sistema ideado y diseñado para engañar.
La jornada legislativa del pasado 20 de julio presentó falencias básicas que indignaron aún más a los colombianos, que están cansados de discursos y entrevistas con verdades a medias, útiles para confundir y desviar la atención de los grandes problemas del país, resumidos en desigualdad, exclusión, violencia e impunidad.
Para no ir tan lejos, y descentralizando el poder de la mentira como bien público, tomemos los municipios, donde los alcaldes apenas posesionados hace seis meses también están usando la mentira como principio, estrategia y valor, para conseguir el poder y mantenerse en él.
El pueblo cree en ellas, y aun siendo consiente del engaño, voltea la mirada para recibir el castigo que proviene del clientelismo y la corrupción y que transforma las oportunidades en nuevos negocios disfrazados de proyectos sociales.
En alguna ocasión, en plaza pública ofrecieron sus hojas de vida al servicio de la comunidad, prometiendo el apoyo total en la nueva construcción de una sociedad solidaria, participativa e incluyente, pero con el paso de los meses, los cargos administrativos han cambiado de manos que ya no representan una nueva generación, sino que vuelven a ser ocupados por sujetos que tienen tras de sí investigaciones o están apalancados por caciques políticos de dudosa reputación, volviendo al juego perverso que supuestamente iban a contrarrestar.
En un país gobernado por un ejecutivo que ni siquiera declaró instalado el Congreso se puede esperar de todo. Pero la mentira será reprobable y debe ser descalificada, o de lo contrario nunca se verán resultados, y el progreso socio cultural de cualquier espacio geográfico nacional, departamental o municipal, quedará condicionado por la banalidad de palabras que siempre se lleva el viento