Hace unos días lo veíamos en las calles con su grupo de mariachis, cantando, animando y contagiando con alegría a los zipaquireños en todos los barrios.
Cómo si quisiera despedirse casa a casa de la ciudad en la que cantó millones de veces las mañanitas, durante esta pandemia se fue a recorrerla con su música, sus músicos, el atuendo de mariachi y una gigante sonrisa que contagiaba y arrancaba aplausos, voces de respaldo y agradecimiento.
Era Pedro Salamanca, un músico de millones de serenatas a quien el Covid-19 le quitó el aliento y le apagó la voz.
Es una nueva víctima de este infeliz virus que está causando en nuestros municipios, en los hogares y en el alma de las familias mucha tristeza.
A Pedro Salamanca no sólo lo vimos cantando en los escenarios, en los festivales y en las serenatas, sino también en las iglesias, acompañando la eucaristía y alabando con devoción y con la virtud de su canto al cielo.
Después de varias semanas de permanecer en una Unidad de Cuidado Intensivo en la Clínica Universidad de La Sabana, se despidió y descansó.
De inmediato, centenares de mensajes comenzaron a circular en las redes sociales lamentando el fallecimiento del artista de música popular que supo hacerse célebre en Zipaquirá y en la región por más de 40 años.
Su familia hoy busca traerlo a la ciudad que más le disfrutó, para su descanso eterno.
Se queda Pedro en la mente y en el recuerdo de miles de amigos, músicos y seguidores, quienes hoy también lamentan la amarga noticia con la que Zipaquirá despierta en el día de la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María.
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