No bastaron las súplicas, ni los gritos de vecinos y amigos que intentaban persuadir a los uniformados para que cesaran la brutalidad de la acción policial contra el abogado Javier Ordoñez.
La fuerza de la policía no tuvo limite, y el ataque indiscriminado a un ser humano indefenso que falleció víctima de la salvaje acción de dos policías pisotean sistemáticamente la misión de proteger y salvaguardar la vida humana y se convierte en un capítulo más del preocupante incremento del uso ilegítimo de la fuerza por parte de los agentes encargados de hacer cumplir la ley.
Fue un hecho de represión contra un individuo que no estaba oponiendo resistencia mediante el uso de medios letales que solo pueden ser utilizados, según el derecho internacional, cuando es estrictamente necesario para protegerse o proteger a otras personas de peligro, por lo que se tipifica como una flagrante violación al derecho fundamental de la vida.
Las voces de protesta no se han hecho esperar y la sociedad solo espera que la investigación de este trágico episodio llegue a sus últimas consecuencias y no quede como otra muerte más que se suma a las que hemos visto en todo el mundo, sino que se reforme una institución que ha sido cuestionada por su mala conducta.
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