El país del Sagrado Corazón, la nación con dos mares que rodean su territorio, con gente honesta, trabajadora, pujante, luchadora, empoderada, que atraviesa por situaciones difíciles, siempre con la frente en alto, está recibiendo el bagazo de una economía naranja que le prometió néctar.
Es desafortunado profundizar la situación, analizar y llegar a la conclusión de que el largo brazo de la corrupción y la filosofía neoliberal destructora no solo tienen la economía frenada sino que a pesar de ello, siguen tejiendo con redes de temor nuevas estrategias para consolidar su fortaleza frente a los débiles, que permanecen ocultos en sus casas poniendo el pecho ante los inminentes riesgos del brote del Coronavirus en una prolongada procesión de silencio.
Fue noticia en las últimas horas un nuevo proyecto de “ayuda solidaria”. Se trata de la hipoteca inversa, que en pocas palabras implica que los mayores de 65 años con casa propia podrán acceder a una nueva farsa con nombre bonito y que consiste en que el banco le pagará una renta mensual hasta su fallecimiento, momento en que la entidad pasará a ser la dueña de la vivienda.
Esta es la gota que reboza la copa. Cómo pueden ser tan increíblemente manipuladores y oportunistas, cómo pueden aprovechar la cortina de humo bien estructurada que han fortalecido con la complicidad de los medios de comunicación, para anteponer sus mezquinos intereses y trasladar a la tan nombrada Colombia Mayor al borde del abismo.
El Estado perdió el juicio, o realmente encontró el camino para orquestar nuevos golpes contra una ciudadanía obnubilada tras la certeza de que nunca llegaríamos a parecernos a vecinos agredidos y desmantelados.
Pero la realidad es otra…nos están gritando: BINGO
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