El gerente de la Catedral de Sal de Zipaquirá Orlando Sotelo Suárez en diálogo con Vox Populi Cundinamarca dijo que hasta hoy la reducción en el ingreso de turistas nacionales y extranjeros fue del orden del 15%.
La decisión de cerrar el atractivo turístico recrudece la afectación a las finanzas de la entidad, y peor aún, si este cierre se extiende hasta la Semana Santa, una temporada en la que la Catedral recibe la visita de miles de visitantes, y en la que además se implementan otras actividades que representan valor agregado para el turista y para la empresa.
El impacto de la decisión va a causar también un resentimiento en las posibilidades de inversión que la Catedral de Sal habitualmente le ofrece a la ciudad. Proyectos o programas que se tenían presupuestados con los recursos generados por la operación de la Primera Maravilla de Colombia, con seguridad también se van a ver afectados o puede que hasta aplazados.
Mientras la ciudad de Zipaquirá vive como todo el país y el mundo un momento de gran incertidumbre y de expectativa, una de sus instituciones más representativas e icónicas debe enfrentar una situación sin precedentes, y es de repente, la que más va a sentir en sus finanzas y en sus proyecciones, el rigor del Coronavirus.
La Catedral de Sal de Zipaquirá, que ha sido el escudo de la ciudad ante el mundo, hoy se vió obligada a renunciar temporalmente a su objeto social, y sus directivos tendrán que diseñar estrategias que les permitan recuperar, por lo menos parcialmente, el tiempo que el templo permanezca en aislamiento de los miles de visitantes nacionales y del mundo, que hoy están privados del misterio que se esconde en las entrañas del domo salino.
Que el virus pronto se quede sin corona, que la Virgen de Guasá nos haga el milagrito.
Así sea.
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