Y mientras el primer mandatario nacional financiará la crisis económica de Avianca con un “préstamo* de 730 millones de dólares que está causando polémica, el país está debastado por la crisis que la pandemia ha dejado en la economía nacional.
Mientras el señor presidente asegura una empresa que no es colombiana, los médicos y todo el personal de salud andan contagiándose y muriendo por la debilidad de las instituciones hospitalarias en el suministro de elementos de bioseguridad, y millones de comerciantes padecen tristemente el desempleo y el cierre de sus negocios por los seis meses de cuarentena.
Mientras se asegura en su cargo la Vicepresidente de Avianca, doctora María Paula Duque, muchas familias colombianas viven la angustia de no tener certeza si el día de mañana van a poder dar de comer a sus hijos.
El futuro laboral del país se ensombrece por la inoperancia de un sistema que no protege la mano de obra de los trabajadores, vislumbrando una inclemente crisis económica que con seguridad va a golpear crudamente a las regiones.
El Gobierno tiene un plan para refinanciar una firma privada, y su juramento por defender las instituciones y la soberanía nacional va lanza en ristre con una conducta inexplicablemente incoherente e ilegítima.
Colombia somos todos, es una nación que pide a gritos ayuda, y exige que su Presidente deje de mirar con intereses personales el futuro de una compañía extranjera, que no caiga en el sucio juego del “capitalismo de compadres”, tomando decisiones y empeñando el patrimonio del Estado en beneficio de amigos y poderosos, e incumpliendo con la responsabilidad constitucional que tiene de cubrir de las necesidades básicas a una población que eligió al equivocado.
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